jueves, 28 de julio de 2011

Artículo de El Comercio - 03.10.10

Veinte años burlando al sida

03.10.10 - 02:23 -


«Me presenté en el banco para pedir el dinero que necesitábamos para hacer la casa y la mujer que me atendió me espetó: 'Si usted no tiene dónde caerse muerto, ¿cómo quiere que le demos un crédito? Esto es un banco'. Al final, su jefe la obligó a darme los 35 millones de pesetas que necesitábamos. Y así nació la Casa de Acogida. Firmamos un crédito por 20 años, pero lo pagamos en tres».
Desde esa conversación hasta hoy han pasado dos décadas y de aquella gestora bancaria con más profesión que sentimientos no se volvió a saber nada en Siloé. Salvo lo ocurrido hace unos meses, «cuando vino a buscarnos, porque quiso vendernos una finca que ella tenía. Le dije que, ahora, a nosotros ya no nos interesaba». Lo cuenta José Antonio García Santaclara, cura, filósofo, patrono-fundador de la Fundación Siloé, cuyo buque insignia, la Casa de Acogida para enfermos de sida sin recursos económicos, la primera y la única de Asturias, cumple ahora veinte años. Tras ser el hogar de más de 400 enfermos terminales, la casa se enfrenta ahora a una ampliación.
«Es la primera que hacemos y queremos que esté lista para el 1 de diciembre, el día de la lucha contra el sida. Son cuatro plazas más, con lo que la casa de Mareo pasará de 14 habitaciones individuales a 18. Pero también individuales, ¿eh?». García Santaclara, Santa para todos, insiste en precisar esa cualidad de la casa, ya que sobre ella gira la filosofía de la Fundación Siloé: «Potenciar la independencia de las personas, que sean ellos los que decidan curarse y su futuro».
Porque sida y futuro son sinónimos desde hace años, «a pesar de que, al principio, los enfermos caían como moscas. Ahora es una dolencia crónica, que se controla con medicación», explica Santa, quien también recuerda que, aunque en la investigación científica se ha avanzado, en sensibilidad parece que la sociedad se ha estancado. «La casa se iba a abrir en La Pedrera, en las antiguas escuelas que nos cedía el Ayuntamiento de Gijón. Pero se nos echaron encima y fue imposible hacerlo. Hubo tanta polémica como pasa ahora en El Natahoyo con el nuevo edificio del Albergue Covadonga y Proyecto Hombre», indica.
Un médico, en contra
Los ataques contra la casa para los enfermos de sida llegaron a tal punto que «había médicos entre los vecinos que decían que era una barbaridad que pusiéramos a esa gente al lado de personas sanas», lo que llevó a Santa y a la ahora directora de la Fundación, Susana González, «entonces una voluntaria de 18 años», a guardar silencio sobre la nueva ubicación.
Así, entre el más absoluto de los secretos, nació, en 1990, la casa de acogida en El Bibio, en un chalé de alquiler, para dos años después pasar a la actual ubicación en Mareo. Desde aquel momento hasta ahora, 400 personas han pasado por la residencia -31 en 2009-, que se ha convertido «en un hogar de vida, porque, como digo, la enfermedad está absolutamente controlada ahora. El único problema que tienen es el estético».
Y ahí alzan su voz los responsables de la Fundación Siloé «contra los prejuicios. Las personas llegan a la casa enfermos, se recuperan y, después, ya pasan a viviendas tuteladas. Sin embargo, les sigue costando mucho ser aceptados en la sociedad, hacer un nuevo círculo de amistades, porque el rostro les ha quedado marcado. Es necesario que la Seguridad Social se haga cargo de estas operaciones estéticas. No vamos a ningún lado si se sigue marginando a estas personas. Sobre todo, cuando trabajamos por su independencia».
Fomentar la independencia
Esa filosofía no se centra sólo en los enfermos de sida, piedra angular de la Fundación Siloé, sino «que es lo que prevalece en todos los dispositivos que tenemos. Nosotros queremos que las personas tengan su sitio por ellas mismas en la sociedad. Ya sean enfermos de sida, enfermos mentales o menores con problemas familiares».
Porque en estos veinte años, Siloé no sólo se ha centrado en burlar al sida, «sino que hemos entrado en todas las propuestas que nos ha ido poniendo la Administración, ya sea la regional o la local». Porque Santa destaca que si bien «aquel crédito inicial lo pagamos en tres años», la dependencia económica de la institución ha ido ligada a las administraciones «a las que damos un servicio muy rentable, puesto que recuperamos a las personas». Ahora, en momentos de crisis, Santa apuesta «por la imaginación. La falta de dinero no puede pararnos».
«La crisis elevó un 20% la población en exclusión»
Susana González, José Antonio García Santaclara y Pablo Puente, en la sede de la Fundación Siloé, en Gijón. :: BILBAO

Siloé ofrece viviendas tuteladas a menores con problemas en su familia o a mayores sin recursos y con discapacidad mental 
03.10.10 - 02:19 -

«Hay pensiones en Gijón que alquilan armarios como habitaciones. Y baños. Lo tenemos documentado». En Siloé, el discurso políticamente correcto no les impide señalar los fallos que detectan en una sociedad que, reitera José Antonio García Santaclara, patrono fundador de la entidad, «no ha evolucionado mucho en veinte años. Al menos, en lo social».
Las declaraciones de Santa, como le conocen todos, encuentran apoyo en Susana González, la directora de la entidad, y en Pablo Puente, coordinador del programa estrella de los últimos años: el Innuit, un proyecto que tiene como objetivo normalizar la situación de las personas sin recursos, pero con graves problemas mentales. Este programa, como el de Chavales, son las ramificaciones de la Casa de Acogida de Siloé, en un paso más allá del cuidado de los enfermos de sida sin red familiar ni posibilidades económicas. «Es para atender a otras personas sin recursos y que, por sus circunstancias, estén en grave riesgo de exclusión», explica González.
Ese agujero negro que lleva por título genérico 'exclusión' ha sumado, en el último año, «a un 20% más de personas», afirma Pablo Puente, apoyando su teoría en la práctica que dan los números: el centro de día Milsoles, para enfermos sin recursos, pasó de atender a 180 personas a 216, idéntico crecimiento porcentual que el registrado en las viviendas tuteladas para mayores con trastornos mentales, que pasaron de 10 a 12 usuarios. La subida también afecta a los expedientes de menores con problemas familiares. En 2009 fueron 32 los que utilizaron las viviendas de Siloé, «que son hogares, no grandes centros. Para que estén aquí durante el día, cuando no están en el colegio, porque luego duermen en sus casas».
Además, tanto Puente como González certifican que la crisis «se ha cebado con los que tenían una situación más precaria. Están llegando a la calle inmigrantes, pero no recién llegados a Asturias, sino los que llevaban aquí ya años y, ahora, al quedarse en paro, no tienen ingresos con los que mantener la casa».
Y con tan endebles mimbres, la cesta de la pobreza se resiente aún más cuando llegan los recortes del dinero público para las causas sociales. «Todos lo estamos sufriendo y, aunque la labor de la Consejería de Bienestar, como la de Salud, es muy importante, lo cierto es que a todos nos están recortando». También recuerda Santa a la Fundación Municipal de Servicios Sociales, con la que ahora ultima la red de atención social «que llevamos 20 años preparandola. Ponerla en marcha es el objetivo de todos» y, como ya postuló Álvaro Díaz, el presidente del Patronato Albergue Covadonga, «nosotros también creemos que son necesarias más viviendas, porque nuestro objetivo es la independencia de las personas. Así crecen ellas y crece toda la sociedad». De momento, quien seguirá creciendo es Siloé.

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